Descendía
de una de las familias más ricas y poderosas de Francia, y a los once años
había heredado una de las mayores fortunas del país, que se había incrementado
tras casarse a los dieciséis, con su prima e inmensamente rica, Catalina de
Thouars. Por aquel entonces su vida transcurría con total normalidad, incluso acababa
de ser padre de una niña y era uno de los nobles más ricos de Europa.
No obstante su conducta cambiaría tras la captura de su protegida
Juana de Arco. El joven Mariscal trató de salvarla con una obstinación casi
obsesiva, pero de poco le iba a servir, pues Juana acabaría siendo quemada en
la hoguera.
Tras el duro shock de haber perdido a la mujer que idolatraba en
secreto, Gilles se separó de su esposa y se encerró en su castillo de
Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer. Entonces
comenzó una insólita carrera de crímenes y sacrilegios contra la Iglesia, pues
trataba de desafiar a Dios por haber permitido que Juana fuese torturada y
quemada.
Para divertirse, ordenaba que se organizasen en sus múltiples
castillos lujosísimas fiestas y representaciones teatrales que eran conocidas
en toda Europa, pero sus excesivos gastos pronto empezaron a menguar su fortuna
y se vio obligado a vender varias de sus propiedades.
Preocupado por tales pérdidas, el barón de Rais se fue aficionando a la Alquimia e hizo que se instalase un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin apenas dormir ayudado por alquimistas y magos importados de toda Europa a la búsqueda de la piedra filosofal, capaz, según la tradición esotérica, de transformar los metales en oro.
Al cabo de cierto tiempo, su sueño de oro no acababa de madurar,
todo lo contrario, los alquimistas y magos le costaban una fortuna que lo iba
arruinando más y más, hasta que desengañado despidió a la gran mayoría. Los
pocos que quedaron a su mando no tardaron en persuadirlo que sólo con la ayuda
del Diablo podría conseguir el oro que necesitaba.
(Algunas de sus numerosas biografías, cuentan que Gilles de Rais, llamado Barba Azul, habría hecho testamento legando parte de sus bienes a Satanás, pero reservándose su vida y su alma, según la leyenda. En las escrituras del castillo, figura como titular el mismo Diablo).
Los historiadores opinan que su primer crimen fue cometido con el propósito de realizar un pacto con éste para lograr sus favores. Pero tras haberle cortado las muñecas a la víctima, haberle sacado el corazón, los ojos y la sangre, ni se le apareció el Diablo ni logró trasformar el metal en oro. Lo único que habría logrado, sería el haber descubierto su pasión secreta: la tortura, la violación y el asesinato de niños.
Este personaje sentía una predilección malsana por los niños y los
adolescentes, hasta el punto de que se atribuyó nada menos que la muerte de
200, tal vez más...
A partir del verano de 1438 comenzaron a desaparecer algunos
muchachos de la misma ciudad de Nantes, de los pueblos de los alrededores, y la
mayor parte, ocurrían cerca de la mansión del barón de Rais. También hacía
entrar en su castillo a algunos de los niños mendigos que pedían limosna frente
al puente levadizo, que eran retenidos contra su voluntad por sus servidores,
violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban
para propósitos mágicos.
El mismo Gilles contó en alguna ocasión como disfrutaba visitando
la sala donde los chicos eran a veces colgados de unos ganchos. Al escuchar las
súplicas de alguno de ellos y ver sus contorsiones, Gilles fingía horror, le
cortaba las cuerdas, le cogía tiernamente en sus brazos y le secaba las
lágrimas reconfortándole. Luego, una vez se había ganado la confianza del
muchacho, sacaba un cuchillo y le segaba la garganta, tras lo cual violaba el
cadáver.
En una ocasión, se acercó a un niño que había elegido previamente
y lo llevó al gran lecho que ocupaba el fondo de la sala de "torturas".
Después de algunas caricias, tomó una daga que colgaba de su cintura, y riendo
a carcajadas cortó la vena del cuello del desdichado. Frente a la sangre que
brotaba y al cuerpo que se convulsionaba, el barón se puso como loco. Arrancó
las vestimentas al moribundo, tomó su propio miembro y lo frotó en el vientre
del niño, que dos de sus cómplices sostenían porque éste estaba sin
conocimiento. Cuando por fin salió el esperma, tuvo un nuevo acceso de rabia,
tomó una espada y de un golpe cortó la cabeza de la víctima. Gilles, en pleno
éxtasis se tumbó sobre el cuerpo decapitado, introdujo su sexo entre las
piernas rígidas del cadáver, gritando y llorando hasta un nuevo orgasmo, se
derrumbó sobre el cuerpo cubriéndolo de besos y lamiendo la sangre.
Luego ordenó que quemasen el cuerpo y que conservasen la cabeza
hasta el día siguiente. En ese mismo suelo, desnudo y manchado de sangre se
habría quedado dormido.
A la mañana siguiente no quedaba huella ninguna de su desenfreno
de la noche anterior, sus sirvientes la habían limpiado. Pidió que le trajeran
la cabeza y ante ésta, se arrodilló bañado en lágrimas y prometió reformarse.
Acercó sus labios a la cabeza, la besó largamente y se fue a su cama llevándola
consigo y diciéndole que muy pronto se reuniría con otras cabezas tan bellas
como ella...
Uno de los mayores placeres de Gilles era tener las cabezas
decapitadas clavadas ante su vista. Luego llamaba a un artista de su séquito,
el cual ondulaba exquisitamente el cabello del niño, le enrojecía los labios y
las mejillas hasta darle un aspecto de belleza impresionante.
Cuando tenía bastantes cabezas cortadas, celebraba una especie de concurso de belleza, en el cual sus amigos e invitados votaban sobre cual era la más bella. La cabeza "ganadora" era dedicada a un uso necrofílico.
Tras las numerosas desapariciones de niños, poco a poco las
sospechas se fueron tornando hacia la persona del barón, pero nadie se atrevía
a acusarle, pues aunque más empobrecido seguía siendo un personaje muy
poderoso, y sus víctimas en cambio, solo eran gente muy humilde.
A principios de 1440, llegaron los rumores hasta la corte del
duque de Bretaña, quién ordenó abrir una investigación sobre los secuestros y
la posible implicación del barón de Rais.
El 13 de septiembre fue detenido en su el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar
sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la
amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente. En octubre,
Gilles aceptó voluntariamente todos los cargos que se le imputaban y confesó.Al
amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado junto con dos de sus más
destacados cómplices para ser ahorcado y quemado en la hoguera. En el patíbulo
manifestó públicamente su arrepentimiento, instando a todos los presentes a no
seguir su ejemplo y pidiendo humildemente perdón a los padres de las víctimas.
Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.
Accediendo a las súplicas de algunos de sus
parientes, el cuerpo, parcialmente quemado, fue retirado de la hoguera y
enterrado en una iglesia de las carmelitas en Nantes.
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