El
4 de diciembre de 1979, en la ciudad de Hull, Inglaterra, Edith Hastie se
despertó poco después del amanecer con la sensación de que algo malo estaba
sucediendo. De sus siete hijos, las tres niñas estaban durmiendo fuera de casa
con familiares y amigos, y ella se encontraba sola con sus 4 hijos varones. Al
salir de su habitación, notó inmediatamente las llamas y comenzó a despertar a
sus hijos. El más pequeño sufría de distrofia muscular y tenía severos
problemas para caminar, y cuando ella y su hijo mayor trataron de ir por él,
fueron detenidos por las llamas. Su hijo la empujó por la ventana, y ella le
pidió que saltara, pero el chico de 15 años regresó, tratando de salvar a sus
tres hermanos. Al final, cuando llegaron los bomberos, tres de ellos tenían
quemaduras en el 70 al 85 por ciento de sus cuerpos y murieron poco después.
Sólo el más pequeño fue rescatado con quemaduras menores. Poco
después se confirmaba que el incendio había sido provocado.
La
familia Hastie no era muy apreciada en la ciudad. El padre, al momento del
incendio, se encontraba cumpliendo una condena en la cárcel y los chicos
mayores ya habían perpetrados sus primero crímenes, pero aún así era impensable
una venganza de tal magnitud. Tras
seis meses de investigaciones, ninguna pista había dado siquiera medianos
resultados, y el asunto comenzaba a “enfriarse”.
La
captura
Un
año después del incidente, el padre de los chicos asesinados (quien ya había
salido de prisión) recibió una llamada de alguien que, entre sollozos, dijo:
“Lo siento, yo maté a tus hijos”. La policía recibió una llamada parecida, pero
el individuo cortó la llamada rápidamente.
Entre
las acciones que llevó a cabo la policía, hubo un interrogatorio a los
homosexuales de la ciudad y uno de ellos, de 19 años, llamado Bruce George
Peter Lee confesó haber tenido relaciones con el mayor de los chicos Hastie.
Había cambiado su nombre original (Peter Dinsdale) por el de su ídolo, Bruce
Lee.
Confesión
El
detective a cargo del caso, apellidado Sagar, arrestó a Bruce Lee y en el
interrogatorio lo acusó de haber comenzado el fuego. La respuesta del chico
fue: “Mi intención no era matarlos”. Luego explicó que Charlie Hastie, el hijo
mayor, había tenido relaciones con él a cambio de dinero y que constantemente
lo chantajeaba pidiéndole un pago con tal de no divulgar que Bruce Lee era
homosexual.
Además
de esto, Lee se había enamorado de la hermana mayor de Charlie, a quien le
pidió que fuera su novia, pero ella se mofó de él. Cuando el detective Sagar
tuvo enfrente a Lee, supo por qué todos se burlaban de él. Su inteligencia era
subnormal, su brazo y pierna izquierdas estaban deformadas, cojeaba y tenía el
hábito de agarrarse el brazo derecho a través del pecho. Estaba pobremente
vestido, desnutrido y, en pocas palabras, era una lástima de chico.
Luego
describió cómo vació una gran lata de gasolina a través de la hendidura para la
correspondencia y cómo arrojó un trozo de periódico encendido para iniciar el
fuego. Poco
después, una mujer que se apellidaba Fenton reconoció a Lee en una fotografía y
denunció un incendio del que fue víctima unos años atrás. Cuando la policía
interrogó a Lee, él aceptó haber iniciado aquél fuego a consecuencia del cual
la Sra. Fenton perdió al bebé del que estaba embarazada y pasó varios meses en
el hospital.
También
confesó otro incendio donde murió una bebé de seis meses de edad, y varios más,
uno de los cuales reportó 11 víctimas pues se trataba de un asilo de ancianos.
El detective Sagar, quien después escribiría el libro Hull, Hell and Fire,
no lo podía creer. Subió a Lee a un auto patrulla y le pidió que lo guiara a
los lugares donde había iniciado incendios. Para sorpresa de Sagar, Lee
identificó todos y cada uno de los lugares donde se habían producido incendios.
La
historia de Bruce George Peter Lee
Peter
Dinsdale nació el 31 de julio de 1960. Nunca conoció a su padre y su madre,
quien trabajaba como prostituta, lo dejó al cuidado de la abuela. Desde niño
fue rechazado a causa de sus deformidades, de sus ataques epilépticos y de su
pobre inteligencia. Su misma madre solía llamarlo “fenómeno”.
Lee
comenzó su carrera de incendiario a los 9 años, quemando una tienda y
provocando graves pérdidas económicas, aunque en aquella ocasión no hubo
ninguna muerte. Poco tiempo después, comenzó a prostituirse por dinero. A lo
largo de su carrera como incendiario inició no menos de 30 incendios. Confesó a
Sagar que él sabía cuándo iba a iniciar un incendio, porque los dedos
comenzaban a cosquillearle y le citó su frase favorita de la Biblia: “Ningún
hombre puede servir a dos amos (Mateo 6:25)”. “Y mi amo es el fuego”, concluyó
Lee.
Reuniendo
el número de víctimas provocadas por los incendios que comenzó Lee, suman
aproximadamente 26 muertes.
Lo
sorprendente es que en la mayor parte de los casos, el departamento de bomberos
no identificara que los incendios habían sido provocados, y la extraordinaria
habilidad de Lee para pasar desapercibido, a pesar de que era bien conocido
entre los habitantes de los barrios donde llevó a cabo sus crímenes.
Juicio
y Condena
Tras
las evaluaciones psiquiátricas de rigor, Bruce Peter Lee fue calificado como
“sano” y apto para afrontar el juicio, que comenzó el 20 de enero de 1981. Se
declaró inocente en los 26 casos de asesinato, y culpable en 26 casos de muerte
con atenuantes, además de 11 cargos por incendio. Al final, el juez Justice
Tudor Evans ordenó que se le detuviera indefinidamente en un hospital
psiquiátrico de máxima seguridad, en donde permanece confinado hasta el
momento, aunque posteriormente se han hecho recuentos de los crímenes y, en
algunos casos, parece casi imposible que un chico con medio cuerpo
semiparalizado fuera capaz de conducir su bicicleta cargando un bidón de
gasolina, iniciar los incendios y cubrir sus huellas con la eficacia que lo
hizo en los primero incendios, por no hablar de su escasa inteligencia. Sin
embargo, y a pesar de todo esto, es poco probable que Lee sea liberado algún
día.